1989 / 80s / Británico / Tema del Mes / The Stone Roses

Tema del mes: The Stone Roses – I Wanna Be Adored (1989)

Existen pocas bandas como los Stone Roses. Arrogantes, seguros de sí mismos, carismáticos, eternos.

Allá por 1989 el primer disco de la banda fue como una patada a la música británica de aquellos años y reclamó su lugar como el origen de todo lo que vendría después: una resurrección del rock de guitarras: “The Stone Roses” cimentó las bases del britpop que llegaría entre 1990 y 1994.

El legendario disco parece como un compilado en sí mismo: al menos el 70% de las canciones son clásicas por derecho propio: She Bangs the Drums, Waterfall, Elizabeth My Dear, Made of Stone, Fools’ Gold, This is the One, I am the Resurrection y por supuesto, el tema del día.

I Wanna Be Adored es la canción que abre el álbum. Un comienzo atmosférico con sonidos perdidos hasta que entra el bajo de Mani, con una línea que ya es un clásico. Le sigue la intro de la viola de John Squire y los primeros golpes de la batería de Reni y al 1:30 es el comienzo de la gloria, con todos los instrumentos a la vez. Pero por supuesto que falta un ingrediente clave: el hombre mono más famoso, Ian Brown. El enorme Ian hace su entrada al 1:50 con la simple letra del tema “No tengo que vender mi alma, Él ya está en mi. No necesito vender mi alma. Él ya está en mí. Quiero que me adoren”.

IwannabeadoredRecuerdo que la primera vez que puse el CD y empezó esa intro automáticamente pensé “Acá está por venir algo enorme”. Y por supuesto que lo que vino fue más que eso: perdonen la insistencia, pero es un disco que te cambia la percepción que podés tener sobre la música. Empecé a darme cuenta que los primeros temas de Blur y la actitud de “estrellas” de Oasis venían de acá, hasta la imagen era similar.

“I wanna, I wanna, I wanna be adored… I GOTTA BE ADORED”

Con la simpleza de seis frases (pero toda una declaración de principios) la banda anunció su arribo, como los grandes. Esa arrogancia era algo que hacía tan única a la banda, se creían los mejores. Y de hecho, no había nada en Gran Bretaña que les llegara ni a los talones. Y por supuesto que el primer disco fue alabado en todas las revistas y el grupo se convirtió en la gran esperanza musical de Inglaterra.

Pero también, parte de esa arrogancia los llevó a su caída, tan rapida como su ascenso. Al parecer su discográfica, Silvertone, no les pagaba bien y los muchachos fueron a juicio en 1991 para lograr romper el contrato y poder pasar a una multinacional. El asunto es que el tema judicial se extendió más de dos años y tuvieron que estar parados sin poder editar música en ningún lado. Para cuando arreglaron todo en 1994 y editaron “Second Coming” (en Geffen Records) el panorama ya era muy distinto. No había más “Madchester”, Happy Mondays ni “24-hour Party People”. La escena era Oasis, Blur, Pulp, Suede…. Y a pesar de que muchas de esas bandas habían tenido gran influencia de los Roses, ya no quedaba lugar para ellos, y tras un par de singles, se separaron.

Lo que la banda hizo durante su existencia no ha sido mucho (medido en cantidad), pero la influencia y el impacto que tuvieron les tiene un lugar asegurado dentro del ránking de los mejores grupos de los últimos 30 años, y su disco debut sigue siendo un punto de referencia obligado dentro de las grandes obras británicas. Su legado es imborrable.

Y por supuesto, los adoramos.